Nuestra boda, un embarazo y un hijo son las 3 cosas más importantes que han ocurrido en mi vida desde la última vez que publiqué, hace ya más de dos años. No son las únicas: un nuevo trabajo en la línea con mis intereses profesionales, una mudanza a una casa más grande a las afueras de Murcia y un profundo cambio de estilo de vida y de prioridades fruto de la maternidad también deben aparecer en la lista.
Y después de tanto acontecimiento, en el momento de mayor plenitud de mis casi 34 años de vida, me descubro a mi misma releyéndome en este abandonado blog aprovechando que padre e hijo duermen un rato. Vuelvo a sentir el cosquilleo de esas primeras publicaciones, de ver el número de visitas a tal o cuál entrada y pruebo a ver si aún recuerdo cómo escribir una nueva entrada: Et voilà! ¡Parece que no lo he olvidado!
Escribo sin saber si volveré a hacerlo, solo por el placer de descubrir si aún me pica el gusanillo de verdad o si este retorno es fruto de las pocas ganas que tengo de ponerme a limpiar y ordenar el cuarto de invitados. Hago memoria y recuerdo que la decisión de empezar a escribir Como buscar una aguja en un pajar también fue fruto de un impulso, hago una pausa y vuelvo a leer mi primer post y definitivamente, este momento no tiene nada que ver con aquel. Le echo también un vistazo al último, que me parece más soso que un huevo sin sal.
Dándole vueltas a la cabeza, a la espera de ver a dónde me conducen mis pasos, os deseo un feliz domingo!